Combatir la despoblación en España desde pequeñas alcaldías
Ignacio Martínez nunca ambicionó ser alcalde, pero
cuando tomó conciencia de los problemas de su pequeño pueblo de montaña en el
noreste de España, lanzó su candidatura apoyado por un grupo de amigos en 2015.
"La situación que había en el pueblo antes de
que nos presentáramos a las elecciones era un poco de tristeza y
parálisis", recuerda a AFP Martínez, un productor de cereales que tenía 32
años cuando se convirtió en alcalde de Allepuz, Aragón, una región vista como
la zona cero de la despoblación en España.
Como otros habitantes de zonas rurales escasamente
pobladas en España, Martínez sintió que no podía quedarse de brazos cruzados y
ver cómo languidecía su pueblo de 114 residentes, a medida que morían los
mayores y otros se mudaban en busca de trabajo.
"Hay muchos pueblos que están al borde del
colapso demográfico", señala Martínez, quien dice haber sentido que le
"tocaba" lanzarse a alcalde.
Mejores servicios de internet, transporte público,
subvenciones para familias que se muden a pueblos... las promesas para atraer a
votantes rurales han estado a la orden del día durante la campaña para las
municipales y regionales de este domingo.
Pero los votantes de Teruel, la provincia más
escasamente poblada de Aragón, con menos de 10 habitantes por kilómetro
cuadrado, una de las tasas más bajas de Europa, no muestran mucho entusiasmo.
"En vísperas de elecciones, todos ofrecen
mucho, y luego se olvidan", dice un hombre de 74 año que solo da su
apellido, Calvo, en la plaza donde espera a que llegue el vendedor de pan en
este pueblo que, al no tener mercados, depende de vendedores que recorren las
carreteras con sus productos.
"El ayuntamiento está promoviendo unas
viviendas, que es fundamental por si vienen ya familias, pero luego, si no hay
trabajo, no podemos hacer nada", lamenta.
En los pueblos pequeños, los candidatos tienden a no
asociarse con partidos, como es el caso de Martínez, y los lugareños dicen que
votan por personas en las que confían y no por formaciones políticas
"Yo conozco a las personas que se presentan, me
da igual (...) el partido", dice Carmen Igual, alfarera de 56 años vecina
de Villaroya de los Pinares.
"Se vota a la persona, (...) una persona que la
gente conoce y que sabe cómo va a trabajar", coincide Francisco Esteban,
de 69 años de edad, en un bar de la carretera donde los lugareños devoran
huevos con panceta ahumada.
"Cuando uno vive en una población tan
pequeña", no se postula como candidato "porque quiera meterse en
política", sino porque se quiere "invertir un tiempo para trabajar
por tu pueblo", estima Gloria Blanc, la alcaldesa de 56 años de Monroyo,
un pueblo en lo alto de una montaña de 312 habitantes.
Martínez, quien dejará el ayuntamiento tras ocho
años, afirma que el mayor logro de su mandato fue reabrir la escuela.
"Escuela abierta = pueblo vivo", se lee en
una pared en la calle principal del pueblo.
"En este pueblo, cada vez somos menos
vecinos", pero "mientras haya escuela" hay "futuro",
dice un sonriente Calvo.
La frase España vaciada surgió en 2016 para
referirse a cinco regiones que representan la mitad del territorio español,
pero que albergan solo al 15% de su población.
Una es Aragón, que tiene 1,3 millones de habitantes,
pero una densidad de población de 27,8 habitantes por kilómetro cuadrado, según
cifras de 2022.
En 1999, los lugareños crearon una formación llamada
¡Teruel Existe!, para luchar contra la despoblación en la provincia y dos
décadas después ganaron un escaño en el Parlamento nacional, poniendo a la
España despoblada en el mapa.
Ese éxito inspiró un nuevo partido, llamado España
Vaciada, que competirá en las elecciones de este 28 de mayo y en las legislativas
de finales de año, como "la voz de todos los olvidados".
Los habitantes del mundo rural "no terminan de
creer que pueda haber un cambio (...) Sin embargo, hay nuevas
posibilidades", opina Lidia Díaz, presidenta de la Asociación Española
Contra la Despoblación (AECD).
"Tendría que haber un pacto nacional" de
todos los partidos para hacer leyes que tomen en cuenta "la realidad del
mundo rural", considera.
Desde Madrid deberían "preguntar qué es lo que
queremos los que vivimos allí, porque en unos pueblos necesitarán alguna
industria, pero en otros lo que necesitan es una fibra (óptica para internet)
superpotente", agrega.
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